A principios de los 90, Karl-Friedrich Scheufele, co-presidente de Chopard, tuvo una idea que se hizo realidad en 1996: recuperar la tradición relojera de Louis Ulysse Chopard, el fundador de la casa en 1860, y restablecer la legitimidad relojera de Chopard. Así fue como nació la Manufactura Chopard de Fleurier. Hoy esa manufactura cumple su vigésimo quinto aniversario y perpetúa los valores originarios: calidad, respeto a la tradición e innovación, que han hecho de Chopard un firma apasionada por la excelencia.
De aquella idea surgió un primer mecanismo de manufactura, el L.U.C 1.96, el punto de partida para, en pocos años, concebir y producir otros calibres que mostraban el sentido de la manufactura: el L.U.C 1.98 (Quattro por sus cuatro barriletes), el calibre L.U.C 1.02 (Tourbillon), el L.U.C 3.97 (Tonneau) y el cronógrafo L.U.C 11 CF. Algunos de ellos, dotados de nuevas tecnologías desarrolladas por Chopard Technologies, la entidad de Investigación y Desarrollo del grupo Chopard.
el primer reloj de horas saltantes de la manufactura dispone de una imponente reserva de marcha de ocho días gracias a la tecnología implementada en el calibre L.U.C 98.06-L
En la actualidad, 11 familias de calibres L.U.C animan más de 80 variantes de mecanismos de alta precisión, y todos ellos cuentan con el certificado de cronometría otorgado por el COSC; en otros casos, además, se le añade que cumplen con los criterios de calidad del Punzón de Ginebra o de la Fundación Qualité Fleurier, el organismo impulsado por la manufactura para ofrecer criterios todavía más exclusivos tanto en la mecánica como en la estética de los relojes, no solo en los creados por la manufactura Chopard.
Con motivo de la celebración de estos 25 años de herencia y tradición, la casa ha creado una pieza que no solo conmemora esta ocasión tan especial sino que lo ha hecho mostrando unas cualidades excepcionales y en varios sentidos.
En primer lugar, el L.U.C Quattro Spirit 25 es el primer reloj de horas saltantes que se realiza en la manufactura. Y lo hace, además, con un caliber innovador y sofisticado, el L.U.C 98.06-L que ha sido equipado con cuatro barriletes, es decir con la tecnología exclusiva Quattro desarrollada por Chopard, lo que traducido a efectos reales, garantiza hasta ocho días de reserva de la marcha (192 horas) a esta nueva creación. O lo que es mismo, se convierte en uno de los escasísimos relojes de horas saltantes provistos de una autonomía semejante.
Por otro lado, su caja de 40 milímetros, de líneas estilizadas y realizada en oro ético rosa de 18 quilates, se embellece con una elegante –y al mismo tiempo clásica– esfera blanca de esmalte Grand Feu, sobre la que se encuentra la ventanilla de las horas situada a las 6 horas y una minutería ferrocarril admirablemente ‘dibujada’ entre los números árabes y la aguja que los señala para indicar los minutos, al tiempo que circunda la abertura de las horas.
Todo el conjunto de esta creación, editada en una serie limitada de 100 piezas, está realizado por los artesanos de la manufactura, lo que garantiza, además de un alto nivel de acabados que esté reconocido por el Punzón de Ginebra. Una sublime expresión de savoir-faire que ratifica una vez más que el proyecto iniciado hace 25 años tenía razón de ser. No era crear movimientos; era nada menos que generar excelencia.