Mi formación es creativa, pero siempre he sido una persona de marca. Vengo de otro tipo de profesión (diseño de interiores) y me he dado cuenta de que construir elementos tridimensionales y conceptualizar historias o sueños para una empresa son cosas muy similares.
Desde joven trabajé en temas como el concepto y el posicionamiento de marca, tanto para IWC como en proyectos específicos, por ejemplo, el reposicionamiento de Roger Dubuis y el relanzamiento de Baume & Mercier.
La evolución de un trabajo creativo a una labor estratégica me parece natural. Al final del día, una marca de lujo se lidera con una visión estética capaz de establecer una conexión con los clientes. Esto no es algo que se consiga con una fórmula numérica.
Para tener éxito se necesita una buena operación y administración, pero también una idea clara de hacia dónde quieres llevar la compañía. A partir de eso puedes construir algo consistente que haga felices a los consumidores.
No me parece una sorpresa tan grande que alguien con una formación creativa, sentido de los negocios y visión gerencial pueda desarrollarse como yo lo he hecho dentro de una marca.
“La revolución digital y la personalización de los productos son los dos elementos que están transformando el mercado”
IWC es una casa fuerte, con un buen portafolio y las bases para convertirse en un jugador dominante: excelente tecnología, gran servicio al cliente y distribución moderna. Lo que sigue es tomar las decisiones estratégicas correctas para entrar en la siguiente fase de crecimiento.
Hay mercados relativamente vírgenes para nosotros con un potencial tremendo como China, Oriente Medio y Estados Unidos. Son los mercados de lujo más grandes del mundo, en especial China y Estados Unidos, por lo que nuestra siguiente fase de crecimiento se enfocará en esos lugares.
Nuestra estrategia tiene que considerar la dinámica cambiante del mercado y lo que pasa en el mundo, pues debemos ser capaces de adaptarnos continuamente. Hay una meta clara, pero en la estrategia general tomas decisiones para evolucionar todo el tiempo.
¿Sabemos lo que nos espera en los siguientes tres años? No, por eso debemos decidir las cosas que necesitamos desarrollar sobre la marcha y madurar como marca para enfrentar la situación de la mejor manera posible.
Si tu estrategia es unidimensional, puede ser que tengas éxito, pero si las condiciones cambian, no te irá bien. Una marca necesita estar preparada para diferentes regiones y precios, y creo que IWC lo ha hecho bien.
Siempre hemos tratado de ofrecer el mejor producto al mejor precio posible en todos los segmentos. Trabajamos para establecer una armonía global de precios, que es básico para tener una relación justa con los consumidores y los minoristas, pero que también permita a cada región tener mejores oportunidades estratégicas.
La agilidad es importante. Desde 2009, el mercado cambia todo el tiempo, así que nuestra tarea diaria es responder a esas fluctuaciones. No creo que lo que sucede hoy en la relojería se pueda describir como una crisis particular, porque esto pasa constantemente y tienes que enfrentarlo.
La revolución digital ha modificado los fundamentos de la forma en que hablamos con nuestros clientes, de cómo distribuimos nuestros productos en términos de mezcla, nos ha obligado a ofrecer servicios adicionales. Junto con la personalización de los productos, son los dos elementos que están transformando el mercado.
En los inicios de este oficio, todos los productos eran personalizados para consumidores individuales. Ahora, gracias a las posibilidades del universo digital, de nuevo hay un ángulo bespoke uno a uno con personalización específica. Es un reto muy grande al que la empresa está respondiendo.
Ahora trabajamos en el lanzamiento de nuestro e-commerce y tendremos una nueva manufactura (en Merishausertal), a la que en octubre mudaremos tres de nuestras áreas más importantes. Siempre pienso en un dicho del ejército de Estados Unidos: “El único día fácil fue ayer.” Esa es la mentalidad con la que tenemos que trabajar en IWC.