Si se trata de cumplir sueños, Saúl Craviotto lo tiene claro: “Me siento un afortunado porque he visto realizados todos ellos, porque mis expectativas como deportista siempre fueron ir a unos Juegos Olímpicos”. Un objetivo que no le ha cambiado, y que le hace recordar todo el tiempo invertido desde que con cinco años subió a una piragua con su padre por primera vez. Embajador de Baume & Mercier, el éxito no le he cambiado, “Sigo siendo una persona normal, con los pies en el suelo, luchador, que ama lo que hace y pelea por sus objetivos. Soy muy familiar e intento ser consistente en todo lo que hago”. La mejor demostración de ello, es que sigue trabajando con un objetivo: poder llegar a los Juegos de París 2024.

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Y también es Craviotto una persona muy honesta cuando se le recuerda el mérito de haber dado popularidad a un deporte considerado minoritario. “No quiero yo ponerme todo el mérito; tengo muchos compañeros que también se lo merecen. Como David Cal, que abrió la veda de las medallas en mi deporte y desde entonces hasta hoy ha ido creciendo en importancia. Probablemente, en mi caso, lo que ha ocurrido también tiene que ver un poco con mi aparición televisiva en Masterchef. Hay que reconocer que ha sido un trampolín que me ha dado a conocer, que me ha permitido entrar en los hogares, además es un programa muy familiar”.

nobleza como estilo de vida  Hay dos cosas para Saúl Craviotto que mandan en su escala de valores. La primera de ellas es la nobleza “es uno de las cosas más importantes para mí y procuro cumplir con ello”. El otro valor radica en la constancia, y está claro a la vista de los resultados que Craviotto cumple a la perfección. Esto es lo que define al embajador De Baume & Mercier.
Nobleza como estilo de vida
Hay dos cosas para Saúl Craviotto que mandan en su escala de valores. La primera de ellas es la nobleza “es uno de las cosas más importantes para mí y procuro cumplir con ello”. El otro valor radica en la constancia, y está claro a la vista de los resultados que Craviotto cumple a la perfección. Esto es lo que define al embajador De Baume & Mercier.

Esa es una de las palabra que definen a Sául Craviotto, “y en la familia tengo mucho apoyo, me ha ayudado a seguir en una actividad en la que invierto muchas horas. Por eso procuro pasar el menor tiempo posible fuera de casa, y cuando puedo vienen conmigo”. Tal vez esto sirva de explicación a su unión con Baume & Mercier: “Aparte del reloj y de su estética, que me encanta; al margen de lo material, me quedo con el factor humano. La gente en Baume & Mercier es fantástica, y lo que yo busco en las marcas con las que me relaciono es que mis valores han de ir ligados a los de las marcas. Tengo que sentirme a gusto, y que a ellos les pase lo mismo. Debe haber feeling y solo puedo decir que estoy encantado con Baume & Mercier”.

También tiene claro qué debe aportarle y donde radica el atractivo de un reloj: “Es un elemento que tiene que ir con tu estilo, con tu forma de ser, de vestir… y por supuesto, te tienes que sentir cómodo con él”. Y cuando le toca definirse entre clásico y deportivo, es claro: “Creo que tiene que ver con tu evolución, quizás en mi caso ahora me inclino por algo más clásico, pero sin perder de vista lo deportivo. Pero sobre todo, depende un poco del momento y del lugar al que vas”.

“De los fracasos es de lo que más he aprendido. Todos mis éxitos han venido después de un fracaso. Todas mis medallas olímpicas han llegado tras una decepción”

Volviendo a la carrera deportiva. Saúl Craviotto se halla en esa fase de estudio de sus posibilidades de llegar a París porque, como bien dice, “más que con fuerzas, tengo mucha ilusión por conseguirlo. Si no tienes una ilusión es difícil afrontar el reto de ir a unos juegos. No solo es una cuestión de tener fuerzas”. Un objetivo que cuando echa la vista atrás, reconoce que nunca pensó en que fuera tan prolongado. “Nunca lo pensé; nunca imaginé que esto iba a durar tanto tiempo”… y si se le pregunta si alguna vez ha pensado en dejarlo todo, responde con una sonrisa, “probablemente cada semana después de estar entrenando… y más ahora en la época invernal”.

Tampoco le gusta hablar de lo que ha hecho, “sinceramente no pienso en ello, ni soy consciente ni tampoco quiero serlo. Lo de los rankings nunca me ha gustado, cada deporte es un mundo, y no me fijo en cuántas medallas se han conseguido”. Pero si hay una cosa de la que se siente orgulloso: “De mi recorrido, de todas las veces que me he caído y me he podido levantar, que han sido muchas. Haberme podido mantener tanto tiempo compitiendo. Y por supuesto de los fracasos”.

Aunque pueda parecer un contrasentido, Craviotto lo explica claramente. “De los fracasos es de lo que más he aprendido. Todos mis éxitos han venido después de un fracaso. Todas mis medallas olímpicas han llegado tras una decepción. Es hasta necesario fracasar; el éxito relaja. Hay momentos en que es bueno agitar el avispero, es necesario decirte ‘no te relajes, que todos te quieren ganar’”.

El deporte profesional es exigente, mucho. Tanto que Craviotto, de lunes a sábado, dedica 5 a 6 horas diarias de entrenamiento para seguir soñando con la próxima cita olímpica… sus quintos juegos. Y quién sabe, quizás después siga ligado a este deporte formando a las nuevas generaciones, porque es habitual verle dando charlas en colegios hablando de lo que más le gusta desde que era un niño. “Puede que vaya por ahí. Mi profesión es la de policía pero es verdad que mi pasión es el deporte. Mi enfoque está ahí y todos mis sueños están asociados al deporte”. Porque no pensar en cumplir otro.

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