Si hay una firma contemporánea que se caracterice por un elegante y discreto clasicismo, esa es sin duda Frédérique Constant. Una seña de identidad que, junto a su filosofía de crear relojes de lujo con calibre manufactura asequibles, ha sabido reproducir con cada modelo sin incurrir por ello en la reiteración. Ahora, la firma apuesta por un modelo en formato cuadrado, el preferido en los años veinte del siglo pasado, que se declina como es habitual en dos materiales: acero pulido y acero chapado oro rosa.
El nuevo Carrée Automatic expone al máximo su técnica. El calibre automático FC-310 se muestra con su decoración colimaçon a través del fondo transparente de la caja y preside la esfera a las 12 horas gracias a una abertura, uno de los signos distintivos de la casa.
Frédérique Constant, con este nuevo miembro, mantiene ese purismo en su creatividad… en su pasión por los clásicos
La esfera guilloqueada cuenta con elegantes números romanos de color negro impresos en el borde extremo y con agujas tipo Breguet para acentuar la delicadeza del conjunto. Al extremo, una correa de piel negra o marrón se ajusta con gran comodidad. Un confort que se traduce igualmente en las dimensiones de la caja, 30,4 x 33,3 mm. Ésta presenta, además, un cristal de zafiro convexo y es hermética hasta 30 metros.
El nuevo modelo Carrée Automatic se encuadra dentro de la colección Classic, uno de los pilares de la firma, y comparte protagonismo con otros dos modelos más a los que se les ha añadido una pequeña ventanilla a las 6 horas (correspondiente al calibre automático FC-315) y cuyo tamaño de caja ha sido sobredimensionado. No tienen la abertura a las 12 horas, pero sí se declinan tanto en acero como en acero con chapado de oro.
Estética años veinte
En los locos años 20, los relojes cuadrados eran muy populares entre las mujeres, mientras que los hombres eran más partidarios de la redondez de las cajas de los relojes de bolsillo, trasladados ahora a la muñeca. Poco a poco, los relojeros comenzaron a utilizar cajas cuadradas para colocar más fácilmente sus correas de piel. Hecho del que los diseñadores más vanguardistas de la época tomaron nota, convirtiendo así la nueva forma cuadrada en símbolo de ese periodo.